Para celebrar el Aniversario de la anterior publicación sobre Educación... una edición (recorte) de un articulo viejo, pero útil, a los fines de saber identificar el discurso neoliberal impregnado aún hoy en la educación... les debe el autor, me lo tope sin querer en la web...
Resumen
El objeto del artículo
que sigue a continuación es poner en evidencia ciertas
características, peculiaridades e intenciones del modelo educativo
neoconservador que está afectando, cada vez más fuertemente, la
vida educativa en general y universitaria en particular de nuestro
país.
El nuevo proyecto
educativo hegemónico, enraizado en la tradición normalista y con
fuertes tintes cristianos-personalistas, es uno de los medios por
excelencia –tal como lo fue durante el último proceso militar
argentino- que posibilita un reordenamiento simbólico determinado,
reordenamiento en el que los únicos sectores que tendrán acceso a
la supuesta "calidad" y "equidad" que se proclama
son aquellos que estén integrados al proyecto hegemónico.
Buscando la
monopolización y la especialización, el modelo educativo
neoconservador tiene así por meta reducir al máximo la circulación
de los saberes significativos. Y, obviamente, ésta es una operación
política, operación cuyos blancos principales atienden al deterioro
de aquellas instituciones que en épocas pasadas construían
identidades colectivas y no sólo individuales, instituciones que
ponían en práctica la autonomía, la libertad, la igualdad y la
democracia, no la tecnocracia, el individualismo exacerbado, la
primacía de lo económico y la jibarización de la política como
actividad lúcida y reflexiva, humana per se.
Por lo tanto se
tratará de dejar en claro a lo largo de este breve ensayo cuáles
son los rasgos y el rostro del sujeto pedagógico que el proyecto
neoconservador pretende delinear e implementar: un sujeto interpelado
desde un discurso alienante, fetichizador, mítico y patológicamente
enmarcado en los límites del campo de la economía, por ende un
sujeto vaciado de conciencia histórica, carente de herramientas para
reflexionar, criticar, cambiar lo vigente; se trata de un sujeto que
ha olvidado –como señalaba Marx- que las circunstancias hacen al
hombre del mismo modo que el hombre hace a las circunstancias. De
ahí la importancia de reflexionar sobre este nuevo e inminente
proyecto que está tocando las puertas de la educación en general y
universitaria en particular.
A modo de introducción
El neoconservadurismo,
la posición subsidiaria que ha decidido, no aleatoriamente, adoptar
el Estado, la descentralización o federalización de la educación
media y la desregulación de la educación, hechos que describen lo
que está sucediendo en la actualidad, son sólo algunos de los
muchos factores que ponen de manifiesto la quiebra del sistema
educativo argentino, quiebra en la que se materializan no sólo la
pobreza educativa sino también la social; quiebra que se relaciona
con la primacía del campo económico sobre el social y el cultural.
Pero de ninguna manera
esta crisis responde a un corte abrupto sino que es la resultante de
un proceso puesto en marcha desde mediados de la década del ’70 a
través de la adopción de medidas apreciables a mediano y largo
plazo, medidas que lograron alterar estructuralmente el sistema
educativo –así como el funcionamiento de la sociedad política y
civil- llegando a desgastar y desmoronar a las instituciones y
prácticas pedagógicas en un contexto en el que el silencio fue una
de las formas más exacerbadas de la complicidad.
El trapecio sin red
del circo educativo neoconservador. Recorrido por el laberinto del
nuevo proyecto educativo.
Indudablemente,
el proceso de reestructuración nacional que se puso en marcha a
mediados de los 70 en nuestro país puede decirse que, hoy por hoy,
ha logrado un formidable éxito y no sólo a nivel económico sino
también social y político. El "nuevo poder
económico" argentino finalmente se manifiesta en un
grupo de empresarios nacionales y extranjeros que manejan grandes
capitales, controlando una abrumante cifra de empresas del mercado
local cuyas actividades son más que diversificadas. ¿Y el Estado?
Bueno, el Estado –tal como lo planearon y añoraron los militares
del 76- ha abandonado su antigua función intervencionista pero en
cierto sentido.
La ha abandonado en tanto intervenía a favor de la
mayoría necesitada de la población, pero la ha retomado en tanto
sus medidas tienen por objeto favorecer a unos pocos y perpetuar el
orden establecido, el status quo, para que estos pocos
continúen enriqueciéndose a expensas de la pobreza económica,
cultural, crítica y reflexiva de la mayoría.
La
jibarización del Estado, la decisión de hacer a un lado sus
funciones intervencionistas, el cambio sustancial de la estructura
productiva y la "reversión de la dinámica
sustitutiva" son medidas que manifiestan explícitamente
la correspondencia del proyecto actual con el proyecto autoritario de
país bosquejado por la Junta Militar de los ‘70. El proyecto de
reestructuración planificado y puesto en marcha por las Juntas
Militares no sólo ha continuado a lo largo de los dos gobiernos
civiles que vinieron a continuación sino que, peor aún, en este
último (vigente desde el 89) se ha perfeccionado y aplicado a raja
tabla. El resultado: un país cada vez más subdesarrollado,
dependiente, antidemocrático, excluyente e injusto.
Y
esta realidad material no puede menos que impactar en la materialidad
de la conciencia. La hegemonía del "universo
mercantil" se ha convertido en el lugar por excelencia
en el que los individuos "naturalmente" construyen
su identidad.
En
el marco de permanentes crisis de legitimación por las que
atraviesa el capitalismo tardío, la escuela –si bien como afirma
Gentili no es el único lugar productor y reproductor de las
prácticas- desempeña una función primordial. Esto explica el por
qué desde la lógica neoliberal se arremete contra la escuela
pública, porque a partir de medidas que tienden a producir
estrategias culturales la escuela pública es la escuela de las
mayorías, y como afirma Getinli "…el neoliberalismo
sólo logra imponer sus políticas antidemocráticas en la medida en
que logra desintegrar culturalmente la posibilidad misma de
existencia de derecho a la educación y de un aparato institucional
tendiente a garantizar la concretización de tal derecho…"
Pero
no solamente la educación primaria y media están padeciendo los
avatares –de los que aún no se sabe si podrán recuperarse- de la
política implementada por el gobierno nacional, la universidad que
intentaba reconstruirse (luego de las heridas de envergadura que le
dejara la persecución ideológica y simbólica del gobierno de facto
de fines de los ’70 y principios de los ’80) en el marco de los
principios de la Reforma Universitaria es hoy uno de los puntos clave
afectados por la reconversión económica, social y política
neoconservadora.
Desde el ’89,
aproximadamente, las políticas universitarias son víctima de las
medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) en su afán
de reconvertir las relaciones entre Estado y sociedad. Por medio de
la legislación y la asignación de recursos financieros
(presupuesto) desde la cúpula del poder económico y político se
mueven los hilos de la regulación y reorganización de la
universidad de acuerdo a las demandas del modelo neoconservador.
Al
igual que como ocurrió durante el último proceso militar, hoy la
universidad (y la educación en general) es vaciada –por otros
métodos quizás menos obvios pero no menos violentos- de contenidos
y recursos humanos. Como sostienen Susana Vior y Norma
Paviglianiti "…a partir de julio de 1989 –período
en el que se enmarca el discurso que analizaremos páginas
mediante- se acentúa la escasez de recursos por la
disminución de las partidas del tesoro nacional que se giran a las
UN, y comienza a propiciarse, desde el Ministerio de Educación y
Justicia, el arancelamiento de los estudios de grado y otras medidas
de ajuste financiero." .
La educación universitaria
queda atrapada así, en medio de un "cuello de botella"
económico, en la disputa de los agentes hegemónicos por
una "calidad para pocos" y una tendencia
–ya casi irrefrenable- que intenta aunar los fines y objetivos de
la educación con los del mercado (competencia y exclusión).
La
educación comienza a ser presentada como un producto más del
mercado de bienes –simbólicos y materiales- al que sólo tienen
acceso aquellos grupos –sectores ínfimos- de la población con
solvencia. En lugar del Estado el Banco Mundial es hoy quien pone e
impone normas, medidas, reglas, etc. en materia educativa, y desde ya
lo hace selectivamente atendiendo a áreas "prioritarias"
(relacionadas preferentemente con la informática y ciencias exactas
–como la matemática), áreas vinculadas a los conceptos
de eficacia, rentabilidad; en definitiva, áreas que no
atentan –por medio de la crítica y la reflexión- contra el status
quo.
Atentando
contra los pilares de la escuela y universidad pública y
restringiendo la posibilidad de acceso a la educación –sobre todo
por factores económicos-, el capitalismo tardío vacía de contenido
los conceptos de democracia, derecho, justicia e igualdad –los
mitifica, diría Roland Barthes- y reduciéndolos a pura forma rompe
con la posibilidad de su concretización. Instaura el régimen
del privatismo civil, de lo público despolitizado –señalaría
Jürgen Habermas-, donde los ciudadanos ya no son ciudadanos sino
consumidores que se interesan sólo por los rendimientos fiscales y
dejan de participar en el ámbito de las decisiones efectivas que
unos pocos toman en su lugar.
Sucede que en el marco
de la crisis del fordismo, el capitalismo de fin de siglo ya no
necesita únicamente establecer nuevas estrategias económicas (como
lo ha hecho desde 1991 reduciendo el gasto público, restringiendo
las oportunidades para mejorar la distribución del ingreso y
aumentando, por ende, las desigualdes), sociales y políticas sino
también culturales. Es en este contexto que hay que situar y
comprender el nuevo rol que el Estado empresario otorga a la
educación como espacio de "…capacitación,
entrenamiento y reconversión de la fuerza de trabajo en las unidades
productivas…".
Dualidad
y marginalidad son las dos caras de la moneda de la política
neoliberal educativa. Pues es en estas dos caras que se apoya "…el
desarrollo contemporáneo de las sociedades ‘competitivas’…".
Sociedades en las que el Estado apela, tal como lo hizo en el período
que va del 76 al 83, al autoritarismo y a las prácticas
antidemocráticas, a la represión física y simbólica –sobre todo
a esta última, que como expresa Bourdieu en La
reproducción, es la que posee
un mayor alcance y una mayor sofisticación.
De esta manera, el
Estado neoliberal a través de la violencia opera como garante de la
continuidad de la violencia del mercado. Reducido a la "asistencia
social" el Estado
argentino renuncia a lo que debería, en términos normativos, ser su
deber: garantir "la justicia distributiva del
bien educación". La
educación se transforma en una mercancía más, en un "tipo
específico de propiedad" al
que tienen acceso sólo aquellos con capacidad solvente. La educación
es ahora sinónimo de "factor generador de
ingresos".
Tal como se
señalaba líneas atrás, cuando se habló de la existencia
de déficits de legitimación en el capitalismo tardío, el
mercado neoliberal necesita despolitizar(necesita instaurar el
régimen del privatismo civil) para poder llevar adelante la
resignificación de la educación, así como de otros tantos ámbitos,
como mercancía, estrategia merced a la cual mercantiliza a placer y,
lo más triste, mercantiliza con consenso.
Por ello, como sostiene
Gentili, "…debemos diseñar y tratar de llevar
a la práctica propuestas políticas que defiendan y amplíen el
derecho a una educación pública de calidad. Pero también debemos
crear nuevas condiciones culturales sobre las cuales tales propuestas
cobren materialidad y sentido para los excluídos que, en nuestras
sociedades, son casi todos…"
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